“Un encuentro memorable entre dos iconos musicales que inspiraría la que para mí es una de las canciones más bonitas de todos los tiempos”
Situado en el número 222 de la calle 23 Oeste hay un edificio de ladrillos rojos que conserva el grandeur gótico victoriano del 1884. Es el mítico y bohemio hotel Chelsea con sus 400 habitaciones que en los años 60 y 70 era tan atractivo por su carencia, tanto de normas como de aspiradora. Eso sí, fue un marco de inspiración para artistas como Bukowski, Arthur Miller, Sara Bernhardt, Allen Ginsberg, Jackson Pollock, William S. Borroughs y Mark Twain. Arthur C. Clarke escribió ni más ni menos que 2001: Odisea del espacio y Jack Kerouac empezaría On the Road en su habitación. Sid Vicious y su novia Nancy Spungen tendrían un trágico final en la una habitación del hotel diez años más tarde. Jimi Hendrix, the Grateful Dead, Bod Dylan, Lou Reed, Andy Warhol y Edie Sedgwick de la Factory eran asiduos y rodaron ni más ni menos que “Chelsea Girls”.
En la primavera de 1968, el Chelsea Hotel era mucho más famoso que su huésped de la habitación 424, Leonard Cohen, que venía de escribir varios libros de poesía en Canadá y quería abrirse camino en el mundo de la música. Acababa de salir su disco “Songs of Leonard Cohen” y le hacían inevitables comparaciones con Bob Dylan. Estaba en la ciudad adecuada y en el hotel adecuado.
El propio Leonard Cohen cuenta que una noche cogió uno de los ascensores del hotel Chelsea buscando encontrarse con Brigitte Bardot; no lo consiguió, pero sí se encontró con Janis Joplin que a su vez buscaba a Kris Kristofferson (de ahí supongo la estrofa “Somos feos pero tenemos la música”) Charlaron durante el breve trayecto y cuando llegaron al piso de Cohen, tenían claro que pasarían la noche juntos. Fruto de ese encuentro, Leonard Cohen escribiría Chelsea Hotel #1 y la versión más corta #2.
Chelsea Hotel
(Traducción)
Te recuerdo claramente en el Chelsea Hotel,
hablabas tan segura y tan dulcemente,
mamándomela* sobre una cama deshecha
mientras en la calle te esperaba la limusina.
Ésas eran las razones y ésa fue Nueva York,
nos movíamos por el dinero y la carne
y a eso lo llamaban amor, los del oficio,
probablemente, aún lo es para los que quedan.
Pero te fuiste, ¿verdad, nena?
Sólo le diste la espalda a la gente
y te alejaste, ya nunca volví a oírte decir:
«Te necesito, no te necesito, te necesito, no te necesito»,
mientras todos te bailaban alrededor.
Te recuerdo claramente en el Hotel Chelsea.
Ya eras famosa, tu corazón era una leyenda.
Volviste a decirme que preferías hombres guapos
pero que por mí harías una excepción.
Y cerrando el puño por los que como nosotros
están oprimidos por los cánones de belleza,
te arreglaste un poco y dijiste: «No importa,
somos feos, pero tenemos la música».
Y entonces te fuiste, ¿no es así, tía?
Simplemente, diste la espalda a la gente
y te alejaste, ya nunca volví a oírte decir:
«Te necesito, no te necesito, te necesito, no te necesito»,
coreándote todos alrededor.
Y no pretendo sugerir que yo te amara mejor
No puedo llevar la cuenta de cada pájaro que cazaste.
Te recuerdo claramente en el Hotel Chelsea.
Eso es todo, no pienso en ti muy a menudo.
*Al cabo de los años Leonard Cohen se arrepintió de haber sido tan explícito con la letra de la canción y pidió perdón simbólicamente a una Janis Joplin que murió de sobredosis pocos meses después del encuentro.
diana
Qué bonita la canción y la minihistoria 🙂
maresdebarcelona
A mí me pone la piel de gallina 🙂