Caminas por la vida con la extraña sensación de tener un montón de ojos apuntando a tu espalda. Digo extraña porque no es una sensación ni buena ni mala, es rara. Los paranoicos o los mafiosos creerán que esos ojos están allí agazapados vigilando de cerca a la presa para pillarla desprevenida; los engreídos pensarán que, ¡cómo no!, todo el mundo está pendiente de ellos porque su inteligencia, belleza, ingenio o estilo así lo merecen. Y luego, están los que como yo, notarán esos ojos como presencia/ausencia de la gente que les quiere, que les vigila que no caigan, que les hacen reír, que les llaman, que han significado algo fuerte, que les quieren a morir (o no) pero que les desean de lo bueno lo mejor y que van con ellos en su pensamiento, porque uno no podría ser como es sin todos ellos acompañando en el camino, dando forma a nuestro «yo» de barro, a base de verdades, recuerdos, experiencias, silencios, casualidades y tropiezos.
Es una sensación extraña, un poco marciana pero a la vez reconfortante, calentita. Todos los ojos allí, clavados en la espalda, como las agujas chinas. Muchos no se conocen pero yo los pongo todos allí juntos, ¡qué más da! son «mis personas amarillas” que diría Albert Espinosa y las coloco imaginariamente donde quiero. “Los amarillos son las personas que dan sentido a nuestra vida que se sitúan entre el amor y la amistad. Ellos son el nuevo escalafón, esa gente que se cruza en tu vida y que con una sola conversación puede llegar a cambiártela.”
Solo deciros que yo también os veo. Y que por mí podéis seguir así in eternum.
Que tengamos todos un buen día.
verdemandarina
in eternum
Anna Serrat
Has notat uns ulls petits de rata fixes a la teva esquena? Són els meus! Molts petons!
maresdebarcelona
Ostres, Anna, sort que ho dius, pensava que eren indis 🙂